Breve historia de los alhajeros

Los alhajeros han cambiado de forma a lo largo de la historia desde que se comenzaron a utilizar en el Antiguo Egipto, lo único que se mantiene es su función: cualquier contenedor hecho con el propósito de guardar y organizar joyería.

Este objeto siempre ha sido de gran importancia para aquellas personas que aman la joyería, en un comienzo se utilizaban para salvaguardar sus posesiones, más que para organizarlas. Por ello, parecían pequeños cofres de tesoro. Ahora es normal ver joyeros sin ningún mecanismo de seguridad.

Actualmente son un objeto de uso bastante común, casi todas las personas tienen al menos uno en sus casas, pero no siempre fue así, hubo un tiempo en el que estos artefactos estaban reservados para el uso exclusivo de mujeres adineradas.

Muchas cosas han pasado desde entonces y ahora casi cualquiera puede tenerlos en sus hogares, para mantener protegidas sus joyas. Les contamos un poco de la historia de estos maravillosos objetos.

Historia

Aunque la joyería existe prácticamente desde la Edad de Piedra, esto no significa que los alhajeros también. Su origen es debatible, ya que hay poca información al respecto, pero podemos asumir que de la misma forma que las capacidades humanas evolucionaron, también sus creaciones.

A pesar de que hay registros de su existencia desde el siglo IV, la mayoría de los joyeros que conocemos el día de hoy provienen de los siglos XIX y XX.

Sin importar quiénes fueron los creadores, siempre han sido tratados como pequeños cofres del tesoro. Solían estar hechos por talentosos artesanos bajo el cargo de personas relacionadas con la realeza y aristócratas.

Los materiales más comunes para su creación eran la plata, el oro e incluso el marfil. El material, en combinación con el fino y delicado trabajo de los artesanos, a veces hacía que el joyero fuera mucho más valioso que el mismo contenido.

El más famoso del mundo, es el de María Antonieta, conocido por sus enormes dimensiones y valioso contenido.

Los episodios más relevantes

En el año 5000 a. C., los egipcios utilizaban grandes cajas para guardar sus accesorios. Recordemos que, tanto hombres como mujeres, utilizaban en su vida cotidiana una gran cantidad de joyas de oro con incrustaciones de gemas. Así que la finalidad de guardarlos era mantenerlos a salvo de un robo.

En Roma ocurrió algo parecido. Las joyas estaban reservadas para que solo algunas personas de ciertos estratos socioeconómicos pudieran llevarlas, pero era común que hombres y mujeres las usaran. Aquí, el almacenamiento de sus bienes era el objetivo principal.

Durante el reinado de Henry Tudor en el siglo XVI, el Rey tenía la costumbre de regalar muchos obsequios, los cuales casi siempre eran joyas. Era muy detallista en este aspecto, incluso pedía que los contenedores de estos finos regalos fueran perfectos, obligando a los artesanos a innovar.

Dos siglos después, en el XVIII, cuando la reina Victoria regía Inglaterra, comenzaron a surgir cajas que tenían cierto parecido con los ataúdes, ya que tenía su interior acolchado. Algunos investigadores afirman que no se trata de una coincidencia, sino que realmente hubo un asunto de inspiración.

En esta época, se decoraban con flores, imágenes de niños, animales o ilustraciones de Kate Greenaway. También hubo un poco más de experimentación en cuanto a la forma, ya que comenzaron a surgir miniaturas de muebles como armarios, credenzas, etcétera.

Más tarde, en el siglo XIX, surgieron alhajeros con cajas musicales. Originalmente se inventaron como cajas de música, por un relojero suizo de nombre Antoine Favre en el año de 1502, pero después se agregó la opción de guardar joyería.

Fue en este periodo que, gracias a la Revolución Industrial, este producto se hizo más accesible para todos y se convirtió en algo que las personas de clase media también podían adquirir. Esto, debido a la producción en masa, a los fabricantes les resultaba más redituable producir en grandes cantidades y vender más baratos los productos.

Llegó el siglo XX, en el que se comenzó a decorar con base en conmemoración de eventos históricos. Estos joyeros no tenían un valor demasiado alto para los consumidores comunes, pero sí para los coleccionistas. Todavía hay personas que buscan encontrarse con uno de estos tesoros.

Algunos de estos episodios utilizados como decoración son: La vida en las plantaciones antes de la Guerra Civil de Estados Unidos, imágenes típicas de Egipto y cultura griega o romana. En esta misma época y con el surgimiento de la corriente Art Nouveau, se comenzó a usar el metal para fabricarlos y les agregaban acabados o pintura que los hacía parecer otros materiales, como plata, oro o marfil.

Sus diseños a menudo contenían motivos relacionados con la naturaleza, especialmente plantas con diversos sentidos: El trébol de cuatro hojas, simbolizaba la buena suerte o fortuna; las margaritas eran utilizadas para hacer referencia a la inocencia; mientras que las rosas hacían referencia al amor y belleza.

Cabe mencionar que, en este punto, las empresas como Sears, Wards y Marshall Fields, comenzaron a distribuir catálogos por correo postal, teniendo como principal público amas de casa, lo cual disparó las ventas de este producto.

Conforme el tiempo ha pasado, el valor y los sentimientos relacionados a estas cajas, se ha ido perdiendo, ahora se trata más que nada, de una compra básica.

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